viernes, 21 de octubre de 2016

Me duelen las vertebras.

Cómo no tuve barca en la tormenta, sólo poesía.
Y me enseñó más un minuto que un año.

Cómo una vez algo dolió tanto:
Que parece que nunca más dolerá nada;

Y me miento, por que todo duele.
Y me lamo, por que hay que cuidarse.

Cómo formo parte de un mar de caras,
y quiero viajar,
y te quiero,
y ya no a lo que eres, si no a lo que fuimos.

Cómo mis pilares tienen los ladrillos rotos,
y soy un alma medieval bohemia;

Por que nunca me siento igual.
Por que hay carencia de desencaje incluso en los lugares a los que pertenezco.

Cómo no, y cómo sí.
Cómo ellos y ellas, que marcharon.
Y cómo sé que volveré a volver.

No voy a renunciar a mis principios ni a mi dicha búsqueda infinita de la felicidad, escondida tras la amargura de la que sé, que apenas conozco.
De la que mana agua y sal frecuentemente.
Y de la que aprendo obligada.

No, me niego a ser otra copia.
Guardad vuestro alcohol, vuestros besos vacíos, vuestra imagen retocada.
No me quiero hundir en el resto.


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