domingo, 2 de octubre de 2016

Átomo.

Nadie habla de la falta de abrazos que sufre la muerte, ni de su impotencia.
Nadie habla de su sueño:
De que quiere acariciar la luna y no lo hace, por que sabe que amarse con el sol nocturno es dejar a cientos, a miles, a millones, a billones y a trillones de estrellas infinitas sin luz.

Nadie habla del llanto del nacimiento, ese que demuestra que a veces llorar no es ser débil, que quizás deshacerse con un mar por las meji
llas no es más una pausa para poder coger aire.

Nadie habla del sentimiento de monstruo de los gatos negros, cuándo saben que no es su camino, que la mala suerte ya estaba allí.

Ni del primer ¨hola¨ en una historia de amor.
Ni de quién inventó esa primera nota de aquella canción que hoy recuerdas con tristeza.

Nadie, absolutamente nadie, habla de la primera hoja caída en Otoño;

De los besos que no damos,
De las batallas que no ponemos en pie,
De las palabras que no decimos,
De los caminos que no tomamos y que también dicen mucho del ser;
De quiénes somos.

Nadie presta atención a esos pequeños elementos y sentimientos que suceden transparentes, que dan sentido a todo.
Por que todo lo centramos en las alturas.
En la planta de arriba, sin subir siquiera las escaleras.




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