sábado, 8 de agosto de 2020

Observar la cicatriz.

 Me quedé flaquita

De esperarte tanto...

De empinar el codo,

De dormir los días

Y correr las noches en busca 

De un átomo de ti,

Qué no estuviese en mi,

Qué te trajera de vuelta.


Me quedé flaquita de pensar

Qué jamás me quisiste,

A mí,

Qué era sangre 

De la tuya evaporada.


Me quedé flaquita,

De buscar respuesta

A preguntas que no la tenían,

De espiarte tras la valla 

Cuando iba y venía,

De apurarme si escuchaba de ti,

temblando de miedo por si aparecías.


Me quedé, costillitas marcadas,

De ver que otros sí y que yo no,

Qué mi puente se sujetaba de un solo lado,

y que no hay ángel de la guarda,

para el ángel que me guarda.


Me quedé, lacrimosa,

con los ojitos rojos,

mirando por la ventana por si volvías,

escuchando atenta, 

pegando la oreja en el suelo frío

para distinguir si esos pasos,

eran o no, de tus botas.


Me quedé mudita, mudita, mudita,

viendo pasar la vida,

viéndome crecer el cuerpo,

Me quedé, costillitas pegadas,

con ese ¨continuarᨠen la mente,

entre los enredos del pelo,

Me quedé, con los ojitos rojos,

de mirar de cerca tu lejanía,

de frotarme los ojitos de sueño, esperándote volver.


Me quedé niña,

demasiado niña para la vida,

 y demasiado mujer para ti.


Y crecí tanto,

y entendí tanto,

que creé una coraza,

con la que vivo, con la que he vivido;


coraza porque tú no la tuviste conmigo,

coraza si coraza fuese el superlativo de corazón.


Porque todo lo que no me quisiste tú,

me voy a querer siempre yo.





domingo, 2 de agosto de 2020

Al despertar

Efectivamente le cogí miedo a pensar
en volver a empezar,
nunca partiendo de cero.

Me escondo cuando veo la mano que acaricia,
como ese perro maltratado
que aún corre si le levantan el brazo,
aunque sólo sea para darle cariño.

Más correctamente,
le temo a esos ojos que tienes,
que tenés.

Y a que cuando los ame,
te lo lleves contigo,
como se lleva a las flores la primavera,
como se lleva a la nieve el frío,

o como te llevas tú,
un trocito de atención cuando caminas,
lady Madrid, lady azul, lady celestes...
cuando pasas,
haciendo alfombra roja la acera.
Diciéndome que miento, que exagero,
mientras veo,

que

hasta

los

ciegos

se giran para mirarte.

sábado, 1 de agosto de 2020

Auxilio.

Te pensé como un sueño cristalino,
creyendo que serías poema de un verso.
Pero de la atracción mental,
no te libras ni aún queriendo.

Entre las horas de ansia,
por ansiedad y no nervios,
te imaginaba hablar a media voz...
imagino que me miras con tus ojos castaños,
a plena llama.

En los momentos de histeria,
de miradas que se pierden en las hondonadas de la noche,
de brisas que acarician la piel,
y de melodías hasta que cierro los ojos,
te pienso,
te pienso mi ( no mía, tuya, siempre tuya) sueño cristalino.

Te imagino danzar por los lagares verdes
y traer la primavera.
Te imagino mojar el rostro del mismo manantial del que bebes,
y misteriosa,
mirar a trasluz cualquier detalle de la biodiversidad que siempre imagino que te rodea.

Te imagino, sueño cristalino,
de tantas formas...

que casi se me olvida,
lo que llevo a hombros.


jueves, 30 de julio de 2020

Pepinera

- En honor a las acuáridas, que no las conocía hasta que me las presentaste-


Me la encontré sentada,
a medio camino.

Reclinada en la piedra
acariciando con los pies ese agua que manaba clara,
de la cascada de fondo.

Posaba los ojos arriba, libres,
como si al observar el cielo
viese un celeste
no perceptible a cualquier mirada.

Me la encontré a medio camino,
y al divisarla allí a lo lejos,
quedé muda.

Me escondí tras hierbas desconocidas,
y la observé,
como a las donas di aigua,
como Acteón a Diana,
o como se puede observar a un niño recién nacido...
de esa única manera:

           Contemplando la gran obra de la vida;


Me la encontré a medio camino,
y al pasar,
aún invisible e innecesaria,
se giró a mirarme.
Y me llamó como piratas a sirenas,
y me atrapó como sirenas a piratas.

Me habló de estrellas,
y del vértigo del mar,
del mundo,
y yo de milagros.

Y así me la encontré por segunda vez,
como en un mito grecolatino.

A medio camino...

En un parpadeo, después,
la vi lejana,
tan fugaz y efímera,
que la creí acuárida,
-parecía haberse esfumado con la noche-

De pronto, tan cerca la tuve,
que cuando quise darme cuenta,
allí en mitad del camino,
me dejó a una distancia tan lejana,
como la de un beso,


incrustado en la memoria.

domingo, 21 de junio de 2020

La luz.

La luz se apagó
En mitad de la catástrofe.

Cuando las aguas inhundaban todo,
Y hacían los temblores crujir el suelo.

La luz se apagó
Y nos dejó a oscuras.

Cuando la noche violó al día
Arrebatándole el sol,
Que lo baña todo.
-hasta las heridas por dentro-

La luz se apagó
En mitad del grito,
Y la paranoia;
En mitad del susto,
Cuando ví a la criatura cuadrúpeda correr hacia mí,
Envuelta en llamas,
Para devorarme.

...La luz se apagó...

Y me agaché,
Y me abracé a mis rodillas
Cuando todo se quedó solo.

Cuando ya me habían devorado los seres,
Comiéndose todo, excepto el cuerpo.

Y fue entonces...
Cuando el ruido blanco lo reinó todo,
Que levanté los ojos,
Y se me encendieron ténues, por dentro...

Las luces de emergencia.

Ahí entendí qué es la esperanza.




domingo, 14 de junio de 2020

María y amoníaco.

Detrás del medio beso que das,
de el susurro a media luz
y de tus manos lejanas.

No hay,
(y eso que iba a escribir que había un mundo por descubrir)

No hay parque,
ni bancos,
ni interés, ni amor.

No hay,
ni felicitaciones,
ni noches de fuego,
ni tintes tuyos en mis manos.

No hay,
fotos,
ni fecha,
ni vídeos.

No hay esperanza, ni zona segura.
Sólo indiferencia y soledad.
Sólo ganas.
Sólo libertad;

Hay humo,
y cítricos que mezclas.
Hay ADN, ADN, ADN...
y en tu saliva...

Más allá de las cuatro paredes realmente,
no hay más que ojeras a luz completa,
aullidos que se rompen,
y versos que te mal inventas
cuando aún no estás que te caes.

Más allá no hay nada,
ni dentro,
ni alrededor.

Yo sé lo que hay,
porque no hay nada de eso
que por poco sueño.

Que no soy gilipollas. 

lunes, 27 de abril de 2020

Sin rumbo.

Hay un lugar,
Donde el corazón sí sueña,
Más allá de las ideas
Tras los balcones del invierno helado,
Y de la escarcha,
Y del vaho
Que nace y muere,
Que muere y nace,
Como espíritus de muertos 
Que vagan sin rumbo,
Con un son eterno.

Debajo de la roca,
De la costra,
Y de la sal marina.
Allí, en algún lugar,
Todavía hay vida,
Tan allá,
Tan lejana de la tierra...

Y es la vida,
Como un fuego familiar:
Se enciende y retumba,
Y deslumbra las penumbras 
Y las soledades...
Casi dejándote en ese estado de ignorancia,
En el que no se escribe,
Porque no hay pena que machaque el cuerpo.

Más allá,
Hay aras de luz,
Donde no se siente del dolor lumbar ni de riñones,
Ni las ojeras,
Que lucen profundas como fosas.

Donde se duerme y no se sueña
Pero, se vive soñando.

Allá es,
Allí está el lugar,
No sé si es cercano o lejano, 
No sé si futuro o pasado...
Pero allí,

Florece todo lo que había muerto.

Antes y mañana.

Atraganto el hálito
Que me queda en el pulmón,
Y se retuerce sobre sí mismo intentando escurrir tu último aliento,
Sobre mi boca.

Se me escapa el aire sano,
Porque el veneno de tu lengua,
Hizo necrosis en el vientre 
Que arañaron como zarpas, tus dedos.
Dejando agujeros, lacra y oscuridad 
En los recovecos del cuerpo,
En los que antes...
Sólo se reflejaba tu luz.

Hay una soga,
Que se me amarra al cuello e inclina 
Como a una "u",
Se me ató el vientre a las vértebras de tanto abrazar el abdominal,
Intentando callar las voces intestinas que aclamaban tu nombre.
Intentando calmar
El dolor de dejarte ir...

Hiperventila entonces el costillar,
Que se encoge y se expande como un acordeón,
En el mismo lecho que tú frecuentabas cuando aún me decías aquellas palabras de amor.

Y luego, en silencio,
Me miro.
Y luego, en silencio, 
Me abrazo.
Y luego, en silencio,
Me mimo.

Imaginando siempre,
Que vuelves a hacerlo tú.