Que me queda en el pulmón,
Y se retuerce sobre sí mismo intentando escurrir tu último aliento,
Sobre mi boca.
Se me escapa el aire sano,
Porque el veneno de tu lengua,
Hizo necrosis en el vientre
Que arañaron como zarpas, tus dedos.
Dejando agujeros, lacra y oscuridad
En los recovecos del cuerpo,
En los que antes...
Sólo se reflejaba tu luz.
Hay una soga,
Que se me amarra al cuello e inclina
Como a una "u",
Se me ató el vientre a las vértebras de tanto abrazar el abdominal,
Intentando callar las voces intestinas que aclamaban tu nombre.
Intentando calmar
El dolor de dejarte ir...
Hiperventila entonces el costillar,
Que se encoge y se expande como un acordeón,
En el mismo lecho que tú frecuentabas cuando aún me decías aquellas palabras de amor.
Y luego, en silencio,
Me miro.
Y luego, en silencio,
Me abrazo.
Y luego, en silencio,
Me mimo.
Imaginando siempre,
Que vuelves a hacerlo tú.
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