Me quedé flaquita
De esperarte tanto...
De empinar el codo,
De dormir los días
Y correr las noches en busca
De un átomo de ti,
Qué no estuviese en mi,
Qué te trajera de vuelta.
Me quedé flaquita de pensar
Qué jamás me quisiste,
A mí,
Qué era sangre
De la tuya evaporada.
Me quedé flaquita,
De buscar respuesta
A preguntas que no la tenían,
De espiarte tras la valla
Cuando iba y venía,
De apurarme si escuchaba de ti,
temblando de miedo por si aparecías.
Me quedé, costillitas marcadas,
De ver que otros sí y que yo no,
Qué mi puente se sujetaba de un solo lado,
y que no hay ángel de la guarda,
para el ángel que me guarda.
Me quedé, lacrimosa,
con los ojitos rojos,
mirando por la ventana por si volvías,
escuchando atenta,
pegando la oreja en el suelo frío
para distinguir si esos pasos,
eran o no, de tus botas.
Me quedé mudita, mudita, mudita,
viendo pasar la vida,
viéndome crecer el cuerpo,
Me quedé, costillitas pegadas,
con ese ¨continuarᨠen la mente,
entre los enredos del pelo,
Me quedé, con los ojitos rojos,
de mirar de cerca tu lejanía,
de frotarme los ojitos de sueño, esperándote volver.
Me quedé niña,
demasiado niña para la vida,
y demasiado mujer para ti.
Y crecí tanto,
y entendí tanto,
que creé una coraza,
con la que vivo, con la que he vivido;
coraza porque tú no la tuviste conmigo,
coraza si coraza fuese el superlativo de corazón.
Porque todo lo que no me quisiste tú,
me voy a querer siempre yo.

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