domingo, 21 de agosto de 2016

Putos Domingos.

Me he levantado triste hoy, no con el pie izquierdo.
Nadie me ha dado los buenos días y en cambio yo he llenado mi cacharro de mensajes con saludos a los que la misma persona que me deseo un buen amanecer contestó.

Me duele la cabeza, y siguen sonando esos ruidos que deja el silencio en mi interior.
No soy nada más allá.
Sólo una carencia.
Y digo que ya no quiero nada;
Rota por dentro. Me vuelvo a mentir a mi misma.
Safree y Huesos vuelven a estar en esa batalla de garras y dientes.
Sueño y realidad vuelven a atacarse.
Y recuerdo con exactitud la primera vez que me dijeron que si seguía siendo así iba a escocerme todo más de la cuenta;

Fue la chica del pelo moreno, la del gato imaginario, la de los cuarenta años y los no renunciar a eso.
La misma que devoró mi corazón y dejó lo que quedó de él dentro para que se lo zamparán los leones.

Catorce son las veces.
Y cuarenta y más las que me quedan por abrir el mar en mi almohada hoy, pero nadie leerá esto.
Pero nadie vendrá a preguntar por mi, ni se quedará cuando mi malestar se manifieste en mal humor.

Y volverá a amanecer en la suma de unas horas.
Y volverá a depender mi estado de ánimo de la música, y estaré bien;

O enfadada,
O nuevamente triste,
O prematuramente sola;

Madurar no es tratar de estar bien dejando de ser vulnerables supongo.
Si no aceptar, cómo de vulnerables somos.
Y yo, estoy en la edad.

-O eso he leído.-

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