Llevo un par de días un poco extraños, ¿no?
Por las noches me entra la mala hostia y en mí no entra la oscuridad, de mí sale.
Hoy todo recuerdo es una ruina.
Hoy no tengo ganas de morir oyendo a mis voces intestinas.
por que lo gritos en los oídos hacen daño y ofenden, sí.
Pero cuándo finalmente el silencio llena el alma de sonidos, te echa la culpa de todo, y se desgarra la voz repitiéndote lo mismo, pues ya hace más pupita.
Y yo no tengo ganas, ya me he cansado de llorarte, de llorarles, de llorarme, de llorarle, de llorarnos, de llorar.
Ayer y mañana ya no son un momento y aquí ya no es un lugar.
He tenido hogares y todos han sido personas y ahora que me veo en esta piel de vagabunda -otra vez- lo he decidido; o caracol o tortuga.
Pero nunca más vagabunda, ni sin hogar, ni sin sonrisa, ni sin ganas.
Que no soy mala, que soy la peor.
Que si eres diferente y has llegado para quedarte, no me lo digas, demuéstramelo, y a lo mejor un día escribo tu nombre.
Renuncia a irte de fiesta y quédate aunque sea una noche contándome tu día.
Párate a mirarme, obsérvame.
Cántame y dibújame sin tener ni puta idea.
Que el día que me digas enserio que como me pire te suicidas me caso contigo.
pero en el hospital, ¿eh?
que ya no me conformo con anticipos.
Y ya no sé cuantas veces me he roto las piernas corriendo detrás de personas.
Que correrse no sé,
pero que dar un paso les cuesta.

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