jueves, 7 de diciembre de 2017

Acta est fabula.

Me voy como vine;
Con restos de un llanto imitando el rastro de un caracol en las mejillas,
una intención:
Y siendo insignificante en esta sociedad capitalista.

Ahora que es certero,
y metastásico,
-aunque siempre lo supe-
consigo respirar algo más que ansiedad.

Ya te pille, mentira,
-aunque siempre supe que serías tú-
ahora te tengo por el cuello:
Y no voy a soltarte;

Por esto, ni las agujas,
ni mis propias carnes devorándome.
No por ningún temor,
ni por algún corte que me abra en dos:
volveré a llamar a tu puerta.

Ni en una orgía de demonios,
menos, a la hoja de las parcas.
Y sobretodo, jamás nunca:
En la lástima.

Ni mi voz, ni un sólo átomo de mi caligrafía,
ni un  tramo de mi cuerpo en un dibujo,
ni un murmullo en una acción tecnológica,
ni un y sólo y maldito reflejo de una mirada en un cruce accidental,
volverá a suceder;

Porque es metastásico:
Y así, por ello:
Ni un saludo cordial,
ni una llamada respondida.

Ni un recuerdo en común,
jamás,
nunca,
ya nada.

Ni aunque caigas al correr deprisa,
porque lo haces bien,
pero por el camino equivocado.

Así, me voy con vine;
indetectable,
indolora,
.
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.
.
desconocida.

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