viernes, 11 de noviembre de 2016

Esto no es un poema.

Poco suena ya tu nombre, entrañable cobre.
Y juro que lo poco que suena intento esquivarlo.

Prometo estar cumpliendo con aquello de:
¨Si lloró nadie sabrá,
si alguien sabe, no lloraré.¨
Pero no abandono la eterna condena de tus tobillos.
Sé y sabe el mar que soy libre.
Pero duda la luna y dudo con ella.
Sepa usted, cobre indiferente, aún en el intento.
Que se ata un trozo de pena a tus suelas, no el mundo entero.

Y que igual que volé por no saber caer.
Sabré caer, para volar de ti.

Libre, cómo los pájaros.
Pequeña, como los niños.
Como la pausa que tomas en pensar en mi;
Antes de  besar, otras bocas.
                  Tan  fuera te quedas, y tan dentro.
                        Como el mar y el viento.

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