sábado, 31 de mayo de 2025

Tras los 14 pasos.

Cuando el día amanece y abro los ojos,

en una habitación en la que nada más quedamos tú y yo,

y solo se ve oscuridad.

donde ni alzando la vista veo el celeste nocturno,

ni sus luciérnagas que como magia he visto

alumbrar el telón lúgubre de este techo que nos acoge,

entonces,

solo entonces:

en ese instante de recuperar la consciencia:

te descubro.


Encuentro las estrellas en tu hombro derecho

y sonrío, entendiendo:

que las luces del firmamento no importan 

si son las que se dibujan en tu cuerpo 

las que puedo ver de manera mas cercana.


Allí, en tu estado de semi-inconsciencia.

entre lazo mis dedos hinchados,

por la parte posterior de tus manos,

y solo veo, en un movimiento lento,

como abres y cierras las garras, 

para arroparme el pulso.


Allí donde solo un corazón late, 

(porque se vinculan los nuestros)

donde la forma de tu cuerpo,

marca el recorrido del mío

no queda espacio para ninguna lámina que por fina que sea

pueda separarte de mí.


Te veo dormir,

observo de cerca la forma de tus labios, 

y con los míos te acaricio la cara,

intentando no despertarte,

y haciendo después, 

lo mismo con el afuera de mis dedos,

generalmente heridos,

busco la cura en tu carne.


cuando te miro entonces, 

pienso de donde vienes.

qué aires rozó tu cara 

cuando yo ni siquiera te conocía,

qué aguas, qué soles, qué golpes

te tocaron antes que yo.

qué es eso que te duele y que no cuentas a nadie.

qué es eso que querías y que cambió con el pasar del tiempo.


Cómo cantabas cuando eras una niña,

o de qué color eran los tacones 

que seguro te ponías cuando aún no eras una mujer pero ya jugabas a serlo.


Cómo fue tu época escolar,

en qué clase te dormías,

o si es que acaso divagabas como yo

creándose así una lucha más tarde con las lecciones que perdías de la escuela.


Vengo de lugares oscuros y es por ello que no me asusta la noche.

los espíritus que vagan a todas horas,

la sangre,

el estiercol,

Nada me asusta.


Pero si me levanto antes de ti y te descubro.

si antes de tus ojos, se abren los míos.

y puedo pararme a mirarte:

Son miles los demonios que me invanden,

que me aterran:

que me ahogan, 

solo de pensar que tras una luna,

también podría perder tus estrellas.


Que una tarde,

Puede no ser tu compañía la que acompañe a mi café,

Que en una boda, en una fiesta, en un a solas,

No va a ser tú cuerpo,

El que se pegue a mí para arrancar a bailar.


es por ello que si amanezco primero, 

me vuelvo a recostar, 

escondo mi cabeza en tu espalda,

y siempre me vuelvo a intentar dormir.

Para dejar de imaginar,

Que un día te puedes marchar,

Y no volver a regresar.

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