Súcubo.

Parteones de luz separan la vida de la muerte,
La paz del odio,
La cordura de la locura,
Y la indiferencia del amor.

Los recuerdos, como una biblia ardiendo,
No tienen una razón concreta,
Y en mi opinión, ni un lugar, ni una misión.

Se cuelan entre los ladrillos,
Y se estancan ahí;
Ay...
La memoria...
Ese lugar abstracto donde las historias fallecidas pueden estar vivas a la vez.

Apariencia.

Soy un reo de guerra en las entrañas de mi pensamiento abstracto,
Me busco y no me encuentro,
Por que cuando me encuentro,
Qué muerta se queda la vida.
Veo a las musas cantar desde las esquinas, me miran, y me desean:
Por que quieren escribir mi hoja en blanco con su sangre.
Se entierran los mares, en los diluvios,
Entre mis piernas, por las tuyas;
Y las que me pisaron.
No, no las tuyas, ni las de antes;
Las que me quedan por conocer.

La libertad me muerde los labios,
Y yo le sigo el juego.
La libertad me cose la boca,
Y cómo te quiero,

Que dejaste un antes y un después.
Y cómo fallece la vida en este andén.

No he dudado en de-volver-me.
No dejes de mirarme, por que puedo arder en un segundo.
Por que puedo ser el amor de tu vida,
O destrozarla.
(Y todo siempre es sin querer)

D1, D2, D3.

No lo cantan las voces intestinas,
Creo que me lo dice, copiándolo de algún sitio,
como consuelo;
"Eres más que tu talla, más que tus notas y eres más que tu dinero."
Me prohíben la última comida antes de la eutanasia en mi pena de muerte.
Y me califican.
Me miran por encima del hombro y escuchame:
Me vuelven a poner nota.
Cuanto mas lo veo, mas se pierden sus palabras;
"Eres más que tu talla, más que tus notas, eres más que tu dinero."
Respiro por un momento,
Con la cabeza, desde mi bucle inerte.
Y la burla transparente daña algún lugar de la autoestima.
Mi intento de consuelo se está perdiendo,
Como él, y ella, y ellos, y nosotros.
Desaparecen, como las palabras que no se dicen en una llamada sin contestar,
Pero yo tengo la respuesta.
Aunque eso no evita mis jaquecas.

11M.

La luna puede calmar las fieras que se amasacran en mis adentros.
Agua bendita para la ansiedad.
Hay un demonio que se va a extinguir.

Ocho y veintinueve.

No hace falta que me mires con rencor por ninguno de mis ángulos,
Ni que rechistes a regañadientes golpeando las esquinas de cada habitación.
Mucho menos necesito que me cuentes tu opinión sobre mi,
Ni que la hagas revolotear como una mosca en mis oídos.
No hace falta que defiendas a mi madre, y mucho menos de mi,
Mejor aprende a respetarle y a no subestimar su inteligencia.
Vengo de tierras desconocidas,
De las que nadie sabe,
Por que fueron cuna, lejos de casa.
Y amé, pero dolió.
Ya no quiero.
No me hace falta nada,
Ahorraos la compañía,
Anhelo quedarme a vivir con la soledad,
Me estáis empujando a ello.
No me hace falta, no.
No me hace falta nada más, para entender que soy vuestro problema.