viernes, 22 de marzo de 2024

Un amanecer en Madrid.

 A veces, 

Si me paro a pensar,

Se me viene la imagen de tus ojos castaños,

Cuando recostada me mirabas bajo la luz amarilla del coche, 

En mitad de la noche a no sé qué hora:


Ese castaño claro que a mí me parece ver brillar,

Si miro y atino justo en el momento en que tú miras de vuelta.


Y mientras me hablas te observo,

De arriba abajo, de abajo arriba,

Y como a Safo,

"Me parece igual a los dioses aquel que se haya sentado frente a ti a escuchar tu voz.'


Me quedo contando los lunares de tu cara,

Y los memorizo, pero se me olvidan cuando te descubro otro gesto nuevo,

que me deja en blanco.


A veces, 

Si me da por andar,

Imagino que al lado lo haces tú, 

Y qué por fin me cuentas cosas que no sé,

que yo te escucho ensimismada;


Que se pasa el día completo y no nos damos cuenta.


Revivo y reimagino el pliegue de tus mejillas cuando sonríes, si me paro a pensar.

Y me pregunto si es cierto o no que,

a veces, disimulada, encajas la lengua entre los dientes al hacerlo.


Revivo también la imagen de tus manos, haciendo círculos en las mías,

Tus nudillos amoratados,

Con el índice sobre mí palma,

(Y yo deseosa de que dibujes un corazón.)


 Y cuando así te veo,

De pronto,

Descubro una nueva curva a lo largo de tu cuerpo, 

una nueva mueca,

 un detalle nuevo que no conocía.


Y si lo hago cerrando los ojos, 

podría dibujarte sin abrirlos,

Así, como los ciegos,

Con las manos sobre el papel, 

acariciando a la hoja como me gustaría hacértelo en los dibujos de tus piernas.


Te buscas, genuina, en el pelo a veces la raíz,

dices que se te nota y quedas pasiva ante el hecho;

Pero yo te miro los reflejos lucir como luciérnagas rojizas,

veo un amanecer en tu pelo y me lo callo. 

Solo quedo muda y lo admiro:


Son de esos que se ven poco y que dan sensación de que la vida, sí merece la pena

(Por un momento)


 Y sí, a veces pienso,

Y creo la imagen de tus manos ahorcándome la cintura,

Creo que me la aprietas si estuviese encima,

Y que por un momento,

En mitad de esa situación de la que no se puede hablar,

Te paras a mirarme y a entonarme:

 " aquí no molestas"


Frase que sana, porque nadie se hace a la idea, de las veces y lugares en los que sí sentí que lo hacía.


Allí, en la biodiversidad que creo en mi cabeza,

Siento la llama,

La idealizo y siento que aún imaginaria,

Es un lugar seguro.


Que a medialuz clavamos como Bécquer

tu pupila en mi pupila:

Que se expanden negras y abiertas sobre la propia mirada,

Como un agujero de gusano en medio de la nada,

Absorbiendo todo lo que pasa alrededor, 

Sin saber dónde empieza ni acaba,

Sin saber si lo que cae dentro, se pierde o no.


Pero es que yo soy así,

Poeta, y ahora tú mi musa.


Y te pienso así,

Te caligrafío luego en estas letras,

Que temerosa puede que no comparta.


Pero yo es que soy así,

Con el corazón en la mano allá donde voy,

Con el alma intacta aunque a veces parezca hecha añicos.


Soy todo poesía y música,

Soy todo lo que puedo llegar a querer, en mi cabeza.

Y es por eso que me gusta imaginarte en ella conmigo.


Es por eso que te encierro en ella.


Porque allí, cariño,

Allí no tienes el poder de marcharte,

Y me gusta vivirte,

Aunque yo sepa que es mentira.


martes, 19 de marzo de 2024

Con los (D)años se aprende.

 A borbotones ha salido el aire de dentro,

y es ahora que me noto la piel pegada a los huesos

que ya lo he entendido todo.

(Aunque aún hay cosas que matizar)


Que la araña pica si te desnudas,

que hay un cordón partido desde hace años entre mis manos

y que no supe verlo.


Muere con estas flores la primavera,

pero vendrá otra,

y de nuevo otra luna volverá a romper lo que construya:

Pero esta vez, no me venderé a cualquier precio.


Y si la maraña de pies se desenreda,

y se parten los hilos.

Seguiré caminando, aunque a veces mire hacia atrás.

Seguiré bailando, aunque el mundo no gire.

Seguiré danzando por los pasillos oscuros de esta vida,

por la que todos mueren.


A borbotones ha salido todo, 

desde que sentí que merezco mucho más.

Que ya no voy a entrar en cualquier bar

y que por supuesto no le voy a dar la llave a cualquier persona que no sepa cuidar de nosotros.


Hoy puede que sea todo más frío,

pero he aprendido a abrazarme, porque yo sí caliento.

He aprendido a escuchar el ruido del silencio,

y a media voz hablarme,

golpearme en el hombro y darme la esperanza de que todo va a ir a mejor.


Es el seno de la familia el hogar mientras permanezca en casa, dicen.

Pero el día que no exista, lo seguiré teniendo:

Porque mi hogar soy yo.


Y tú me gustas,

y me miras a veces, intermitente.

Te sonríes a media luz y disparas cosas de manera repentina, que parecen dichas de una boca,

que no es con la que me besas.

Me enseñas el rizo de tu pelo (siempre tirándote de la patilla derecha),

y me vuelves a demostrar que tienes razón,

pero es que yo ya no tengo ganas de llevarla con nada.


Ya no tengo fuerzas para emprender esta batalla,

porque no necesito más guerra.

Sólo quiero que se sienten, me entiendan y me den cariño,

y eso tú...gata persa,

eso no lo vas a hacer.

Pero tampoco lo necesito.


Porque yo me gusto,

y me miro, pero siempre.

Me recuesto sobre mis propias ondas,

y me comprendo, atándome de nuevo la barbilla al pecho y los muslos al costillar,

como si fuesen un acordeón, hasta caer dormida.


De los balcones de mis ojeras,

de las cicatrices en las manos,

del vértigo y de todo lo que he dejado atrás

me tengo que disculpar.


Perdóname Huesos,

por hacer costumbre todos los lazos que se mantenían sólo cuando aceptabas lo que no te merecías.

perdóname por venderte.

Perdóname y recuerda,

ellos pierden, donde veas lo que sabes que no mereces, ahí tú no has perdido nada.

Porque no se encuentra dos veces en la vida el mismo corazón,

y tú sabes lo que vale el tuyo.


A partir de ahora nos vamos a cuidar.