Tengo la suerte de
poseer algunas lagunas,
Pues, si no,
Se que me viere
inanimada,
y se hallaría
entonces, la angustia magnánima,
alimentada de su
alma, y de la mía.
No acierto bien cual
es la salina,
pero si caigo en las
cosas que escuecen.
Es una penumbra
constante,
Una aflicción
tintineante,
E intuyo donde
empieza,
Pero nunca soluciono
donde acaba.
No anhelo a nadie
esta clase de domus,
A nadie, y a nadie
anhelo a la fuerza, a estas alturas.
Pero tampoco
compunción para los demás,
Me he vuelto
metódica, no cruel.
Brinda más
subsidio desde hace casi un lucro la lengua vernácula,
El idioma de yo
conmigo misma, penetrado por un silencio,
Que algunas manos
que faldean de blanco.
Ya no es manía,
Ya es extenuación,
sin flaqueza para los curiosos.
Es como una melodía
de la infancia,
Nunca se olvida el
ritmo, ni la letra,
Pero jamás vuelve a
oírse.
Como la paz, tras
una guerra.
De la paz externa
hablo,
para despejar
confusiones,
Esta masacrando a la
interna.
Se esta deshilando,
por ganancia propia,
Como si fuere una
meretriz bocera.
Estas así, por
meter la mano en todo lo negro.
Necia, reincidente.
Por buscar quietud
en un horizonte marino,
Cuando su
naturaleza, rinde homenaje al caos.
Inepta, reincidente.
Por abusar del poder
que no tienes.
Palurda,
reincidente.
Por terca, ahora
reincidente.
Por testaruda,
reincidente.
Por obnubilada,
ahora aun más
reincidente.
Por reincidente,
ahora plasma burdeos.
Plasma pálpito ,
Plasma vino.
Plasma jamás nunca,
Nada, por última vez.

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