sábado, 27 de julio de 2024

Hágase el destino aunque yo no esté en él.

 Si abrirse viera las puertas del infierno,

Y de ellas manaran todos los males del Pandora,

Si las cancelas golpeasen contra los muros de piedra

Y el ruido me asustara:

Allí yo la protegería.

A la niña que calzó mis ojos,

La del pelo rizo y las manitas llenas de padrastros y cicatrices.


Si como dando una bocanada de aire, el mar hiciera un pozo,

Y entre sirenas maliciosas y astillas de barco se crease un remolino,

Allí, entre los arduos caminos marinos,

Y los corales filosos,

Yo usaría mi cuerpo para que flotara encima,

Y aunque me rasguñase la espalda y el pelo arrancara:

Allí yo ahogaría mi rostro por verla a flote.


Si, por las mismas circunstancias,

El mundo, de pronto se partiera en dos,

Y cayeran sus adentros al vacío:

Una lluvia de aceros y chispas,

Un sin fin de ladrillos y ventanales...


Entre ellos de mi alma haría un caparazón,

Y la protegería de cualquier golpe,

De cualquier hematoma en forma de herida.


A ella, a la que calzó mis ojos,

A la niña que se sentaba a mirar en mitad del baile,

A la de debajo de la mesa,

A la de mitad de la guerra y en ocasiones:

Caballito de troya.


A ella, a la que tuvo mis ojos,

Y los vió apagarse frente al espejo,

Incrustados en ocasiones en sangre como por terapia de choque.


A ella, que sostuvo mi nombre y en un momento,

Cruzó mi infancia casi de pasada:

Saltando baldosas y escondida en las esquinas,

Pidiendo perdón y exigiendo ser

La perfección del universo;


Yo la protegería,

Yo la protegería a ella,

A ella,

A ella,

Porque yo ya me hice muy grande,

Y no me llega el cuerpo para defenderme de todos los frentes que me amenazan a mí.

jueves, 4 de julio de 2024