A ti, dios todo misericordioso,
Que durante milenios te han alabado
Y dado la fe por ti:
Te he rezado,
Con el llanto contra la almohada,
Te he suplicado que esto fuese una pesadilla
Y nuevamente, has hecho oídos sordos.
De tripas corazón,
Tanto, tantas veces,
Que ando con las entrañas vacías.
Camino con el hueco
Que deja la vida tras hendir su puñal.
Camino con la sensación que debe tener una bulimica al entrarle hambre.
Mis ojos vidriosos anhelan la paz,
Dime dios ¿donde estuviste cuando te necesité?
¿Dónde cuándo quebré la voz clamando tu nombre, porque, había olvidado hasta el mío?