sábado, 20 de mayo de 2017

Gota de una mañana de Mayo.

Se oía el sonido del sollozo
Si subían el sonido del silencio,
Por debajo del cielo.

Estaba húmeda la almohada
Si la tocabas, después de una noche,
Sujetando su pelo.

Y se te partían las ganas
De marcar las distancias,
Si te comía su entre pecho.

Se le extinguían las almas
Cuando la noche guardaba,
Un beber de desvelos.

Uno de cada dos días, moría de pena,
Dos de cada tres, mataba de alegría,
Tres de cinco, sosegaba sirenas,
Pues cinco de siete, hacia de un llanto, melodía.

Ella sabía de dulces, de roña,
De tener las pieles, llenas de garrapatas,
De clavarse las cruces, que arañan,
Sabia ser vida, en el hombre de hojalata.

Rezaba a los cielos:
Porque los cielos, dejasen de rezarle a ella.
Rompía los miedos,
Y el desconsuelo de mares y estrellas.

Guardaba en su pecho,
Una dulce doncella,
Haciendo del lecho,
Una completa condena...

Y movía ríos, y océanos,
Si "amaba",
Y abrazaba al frío, y al tétano,
Si temblaban,

Tan amargura; Amorío,
Cuando las aves pasaban,
Tanta atadura al estío,
Que sin ella llevaban.

Es un destello de reconcilio,
Con los plebeyos, con el suicidio,
Es un destello...lleno de exilio,
Lleno de bellos...lindos delirios.

Es fantoche de la mañana,
Ella, las tardes de Domingo,
Y los demás días de la semana,
Ella es ganar, sin cantar bingo.

La luz del túnel,
Blancos prestigios.
La tez de nube,
Llena de olvido.

A quién no tuve,
Y no se ha ido,
Lo que te envuelve,
Sin ser contigo.

Ella, la tenue,
Liebre de espejos,
Lugar de alterne,
Y juguete viejo.

Ella es mi aire,
Y mi reflejo,
Ella no es nadie,
Aquí lo dejo.